11 de junio de 2009

Roomates


Lo tenía claro mucho antes de llegar: quería vivir con estadounidenses. No importaba si luego sólo conseguía expresarme a lo indio, o si el intercambio cultural se reducía a hablar del tiempo o de las tareas de limpieza pendientes. Al menos hablaría algo de inglés, resignada como estaba a acabar inmersa en una secta de hispanoparlantes.

Cuando llegué por primera vez a la casa roja y negra, mis futuros roomates me recibieron con una amabilidad desbordante. La entrevista fue escueta, y la respuesta fugaz: esa misma noche me informaron de que me habían elegido para reemplazar a la anterior inquilina, ligeramente desequilibrada.

Tras la primera aproximación, fue inevitable encajarlos en estereotipos: la maniática del orden, la desordenada, la que ríe como una hiena, el judío. Pero, dos semanas después, ya ocupaba una habitación de paredes desnudas y ventana discreta, y empezaba a darme a conocer a mis compañeros con pequeños detalles, como prender fuego a la tostadora o dejarme las llaves en casa.

Por eso, cuando me toca formar parte de la comitiva encargada de seleccionar un nuevo roomate entre decenas de candidatos ansiosos por vivir en el infecto sótano, me pregunto si, también en mi caso, el proceso de selección fue tan complejo.

Quince minutos para cada candidato, empezando desde ya. El primero es gay. Casi sin darnos tiempo a saludarle, nos cuenta con todo detalle la ruptura con su novio. Intenta sobornarnos con vino. No hay tiempo de abrirlo. La segunda es bastante pedante, y tiene un humor sofisticado, pero habla demasiado. Contrasta con el tercero, que habla bajito y poco, de música y vídeos, el flequillo sobre la cara. Me cae bien, pero intuyo que soy la única. El cuarto tiene pinta de asesino de película de serie B y es tremendamente aburrido. Hacemos tiempo hasta que llega la quinta, una negra que hace sonar sus enormes pendientes y pulseras al ritmo de sus exagerados gestos. Gracias, mañana te avisaremos.

Acabamos agotadas, y abrimos el vino del soborno. Temo que elijan al asesino de serie B, pero me sorprenden: igual que en febrero, cuando abrieron la puerta a una extranjera desubicada, el elegido es el tímido.

I Need All The Friends I Can Get - Camera Obscura

1 comentario:

  1. Me ha encantado! ha sido como un capítulo de friends....

    Pero me has cortado la emoción al dejarme con una duda existencial...¿alguna vez les has preguntado en qué esterotipo entras tú?¿Eres el soldado hispano de la típica película bélica que muere el primero, justo antes que el negro y poco después de aquel recluta que saca una foto de su esposa, y comenta que sólo le queda un mes para ser devuelto a casa y ver a su esposa, con la que tienen un hijo de pocos años que no ha llegado a conocer?
    ¿O bien eres la chacha hispanohablante de una comedia romántica, que sin entender demasiado el idioma acaba en un enredo de situaciones que irremediablemente conlleva enamorarse perdidamente del señor, que bien puede ser Hugh Grant o Ben Stiller, según el nivel de comedia del que hablemos?

    ¿En qué categoría de tópico entra la individua española tostadóricamente pirómana y que se olvida sus llaves continuamente? Oh, Dios mío! Eres Jennifer Aniston en el remake español de 'Y entonces llegó ella'!! Ahora lo entiendo todo...

    Por favor, sé tópicamente Leal!!!

    Àlex Cubero

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