21 de abril de 2009

Tren



Cuando la rutina empieza a colarse por todos los huecos que has olvidado cubrir, cuando los rostros que ves en el metro te parecen iguales todas las mañanas, como eran iguales los que encontrabas en Madrid; cuando puedes identificar el momento preciso en el que el megáfono exclamará "Doors opening, please step back to allow costumers to exit"; cuando cuentas los idénticos cuadrados que decoran la bóveda que cubre de forma idéntica todas las estaciones, poco antes de entrar en el vagón más cercano a las escaleras mecánicas y sentarte, esperando que transcurran las dos estaciones que te separan de tu destino, saboreando la única canción que te da tiempo a escuchar. Es entonces cuando algo interrumpe el ciclo, te despierta, rompe la espiral de pensamientos a la que tu mente ya se ha acostumbrado. Dos niños de no más de cuatro años y distinto color de piel muestran tímidamente sus sonrisas por encima del asiento de delante para después esconderse a toda prisa. Y basta con hacer un poco el tonto, dirigirles un pequeño gesto, para generar en ellos una rutina que rompe la tuya. Para empezar un juego de minutos, de los cinco que el tren tarda en llegar a tu estación, en el que se esconden y vuelven a buscar tu mirada segundos después. Y sus risas te reconcilian con la tuya. Y te ríes a carcajadas, sin importar quién mire. Sin importar nada, porque han cambiado tu día. En dos estaciones.

Train Song - Feist & Ben Gibbard

2 comentarios:

  1. Qué bonito, qué bonito; luego les obligamos a volverse serios, a 'madurar' y no sé cuántas gilipolleces...

    Cuídate, pequeña. ;)

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  2. Sublime. Ojalá que toda rutina se pudiera cambiar en el lapso de dos estaciones. O quizá se puede y nos empeñamos en complicar las cosas. Doors opening, please step back to allow costumers to exit.

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