16 de agosto de 2009

Manzana



Las escasas cuatro horas de sueño se traducen en un aterrizaje pesado. Y un agotador paseo por el mercadillo, y una siesta que no logra ser reparadora. El sol agobia a las gárgolas del Chrysler, aquel estilizado gigante que creció a la sombra del Empire State, y nos espera una calculada ruta por el barrio financiero y un ferry hasta Staten Island, donde apostar por el pez más rápido del acuario es la actividad estrella. Encadenamos las espectaculares vistas de la estatua de la Libertad, de la abarrotada Manhattan y la histórica Ellis con el perfecto salto mortal de unos bailarines de breakdance del Bronx sobre una fila de ocho niños; y unos percusionistas jamaicanos cierran la tarde al ritmo de un extraño instrumento digno del gran Bob.

Nos adentramos en el muelle 17 con el sol rozando las torres de Brooklyn, entre la marea de flashes hacia el puente, frente a los veleros que surcan el East River. Y no puedo evitar pensar en lo que he dejado sobre la mesilla de noche; y en si seguirá allí cuando regrese.

New York, I love you, but you're bringing me down - LCD Soundsystem

2 comentarios:

  1. vuelva a escribir, por favor!!! sino periodista, tal vez poetisa

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  2. si apesadumbrada, si errabunda, si desconcertada o decepcionada, si agotada... siga escribiendo. No deja de ser un suplicatorio más que un imperativo categórico

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