14 de enero de 2009

Estreno



"Siempre hay una primera vez para todo. Y siempre da más miedo de lo que debería, y una vez que todo ha terminado, te das cuenta de que no había razones para estar tan nerviosa".

Siempre me digo lo mismo, y nunca sirve de nada; pero, por si acaso, me lo repito una vez más momentos antes de pisar, por primera vez, la delegación de la agencia en Washington.

El edificio en el que se encuentra la oficina es imponente. El letrero de "National Press Building", flanqueado por media docena de banderas, te prepara para los aires de grandeza que se respiran en la entrada. En ella, decenas de televisores anuncian que te encuentras en el mayor centro periodístico del país, en el que cientos de medios de todos los rincones del mundo tienen sus redacciones centrales.

El ambiente en el interior, en los pasillos de las plantas, es todo lo contrario a lo que yo imaginaba: tranquilo, cordial, extremadamente correcto. Un centro comercial en la planta baja y un enorme y sofisticado club de prensa en la última ponen el toque justo de ajetreo. El estrés queda tras las puertas, y las educadas sonrisas que se dirigen quienes se encuentran en el ascensor dan la impresión de que el medio para el que tú trabajas es el único que avanza a un ritmo frenético, mientras los demás toman un café leyendo el periódico.

Y llega el momento inevitable. Planta 12, suite 1220. Qué bien suena. Puertas de cristal, parqué, ventanales inmensos con vistas sobre el Departamento del Tesoro y la azotea de la Casa Blanca. La jefa, en su despacho, pegada al teléfono. No me atrevo a molestarla, y me presento a los redactores. Parecen agradables, callados, eficaces. Ella no tarda en venir a saludarme, y me sorprende con un abrazo y un "estás poco abrigada". Me habían dicho que era un poco madre. Se escandaliza al conocer mi edad, y me da un discurso, en absoluto tópico, de esos que hacen pensar en todo lo que te queda por aprender. Me pregunta sobre qué sé escribir, y no sé muy bien qué responder. A eso he venido, supongo. Refunfuña de nuevo porque vengo de deportes, y me recuerda que soy una privilegiada por aprender a hacer periodismo en esta ciudad.

Una reunión de dos horas con todos los compañeros más tarde, salgo a la calle, hasta el jueves. Ella no ha dejado de mirarme, escudriñando, impaciente por saber qué clase de género le han mandado este año desde Madrid. Pero, extrañamente, no me he sentido intimidada, ni pequeña, ni desubicada.
La calle 14 no se me hace grande, y me sorprendo a mí misma pensando en qué aspecto tendrá cuando cambien las estaciones y mi paso sea cada vez más firme.

This Time Tomorrow - The Kinks

5 comentarios:

  1. Qué bien ir sabiendo de ti por aquí!!!

    Me siento tan identificada con el primer párrafo! Qué vértigo dan las primeras veces y qué ridículas parecen luego con el paso del tiempo!

    Por eso me acuerdo mucho de lo nos dijimos en un trayecto en tren un fin de semana de amistades reforzadas cada día que hago algo que me da mucho miedo!! Como hacer encaje de bolillos en un vagón para poder cotillear...

    Muchos besos guapa!

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  2. A pisar fuerte!! que mi mala influencia es muy grande!!

    Qué bien leerte...

    Muaaks!

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  3. Eso, eso, con paso cada vez más firme. ;)

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  4. El inicio hablando de pisar la Agencia por primera vez es fantástico, todo rezuma un aire de agente novata en una película de espías que lo hace delicioso xDD. Es un folletín en el sentido clásico y afable de la palabra, novelón por entregas en el que nuestra heroína nos contará sus venturas y desventuras. Lástima que los capítulos nos lleguen con un poco de jet lag.

    Estás emprendiendo algo grande, por lo que muchos matarían (o balancearían gatos de manera profesional). Y no pienses en el paso firme del futuro, ya dejaste de andar para empezar a correr cuando despegó el avión. ¡Salud!

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  5. Necesitamos saber ya cómo va cambiando la calle 14!! Lu, no seas tan vaga y actualiza!! Besitos.

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